El sábado fue el Día Mundial de Acción contra la Migraña, una enfermedad caracterizada por un dolor de cabeza intenso, pulsátil e incapacitante para quien lo sufre, y que habitualmente tiene lugar en un lado de la cabeza. Puede además ir acompañado de otros síntomas como náuseas, vómitos o sensibilidad a la luz y al sonido. Y en muchas ocasiones, pasado el episodio, la persona presenta una fase de “resaca”, en la que se siente embotada mentalmente, necesita dormir y tiene dolor de cuello.
No se sabe con exactitud cuál es la causa de esta enfermedad, aunque puede existir un claro componente hereditario. Existen dos teorías:
La teoría clásica, que dice que se produce una vasoconstricción de las arterias craneales que causa el fenómeno del aura (pérdida de visión, visión borrosa y/o dolor ocular; un conjunto de síntomas en el que la visión está afectada y nos “avisa” de que el dolor de cabeza está por venir, aunque no siempre ocurre este fenómeno). Posteriormente, tiene lugar una vasodilatación de rebote que es la que produce el dolor.
Por otro lado, está la teoría neurogénica, más reciente, que dice que en estas personas se produce una hiperexcitabilidad en la corteza cerebral occipital que sería la causante de que ante determinados estímulos se produzca una depresión cortical propagada que originaría el fenómeno del aura y, posteriormente, a través de diferentes mediadores químicos se activarían las terminaciones del nervio trigémino, provocando dolor. Los cambios en el calibre de los vasos sanguíneos serían solamente un fenómeno secundario.
Aunque la migraña es de base genética, algunos factores pueden resultar desencadenantes en personas predispuestas:
- Alimentación. Los periodos de ayuno o el consumo de ciertos alimentos pueden desencadenar crisis de migraña. Aunque algunos estudios no han dado resultados concluyentes, algunos pacientes relacionan el consumo de ciertos alimentos, como los que tienen elevado nivel de histamina, con los periodos de crisis. También aquellos con glutamato monosódico, o los que contienen nitratos, como la comida china.
- Horas de sueño. Los cambios en el patrón de sueño y dormir más o menos horas de lo habitual.
- Hábitos de vida. En la medida de lo posible, la persona con migraña ha de intentar incorporar cierta rutina a sus costumbres y evitar los desórdenes en el horario de sus actividades habituales, comidas, horas de descanso, etc.
- Factores psicológicos. Como estrés, ansiedad, etc.
- Ciclo menstrual. El 50% de las mujeres que padecen migrañas refieren que han detectado una relación entre la presencia de crisis y determinado momento del ciclo hormonal femenino. Se cree que esto se debe al descenso en los niveles de estrógenos circulantes. Este tipo de migraña suele desaparecer después de la menopausia. Otros dicen que la diaminooxidasa (DAO), enzima que degrada la histamina, también está relacionada, y que por eso durante el embarazo la mujer no suele padecer migrañas, porque la placenta fabrica mucho DAO. Los estudios no son determinantes.
- Cambios atmosféricos. Los cambios bruscos de la presión atmosférica, así como la presencia de viento intenso, pueden ser factores desencadenantes.
Se suelen tratar con antidepresivos, con medicamentos que disminuyen la presión arterial, o con medicamentos anticonvulsivos.
En la fase aguda, cuando la migraña es leve, algunos analgésicos como el paracetamol, o el AAS pueden funcionar. También antiinflamatorios como el ibuprofeno. Aunque muchas veces el cuadro mejora al administrar medicamentos que disminuyen el calibre de las arterias cerebrales, como los triptanes, descendiendo la sensación pulsátil de la fase dolorosa.
Lo ideal, al no existir una cura específica, es acudir al médico para asegurarse de que es una migraña, y poder así tratar los síntomas.