La menopausia es la época de la vida de una mujer que se caracteriza por el cese de la actividad de los ovarios de manera progresiva y por la disminución de los niveles de hormonas. Ese cese progresivo termina desencadenando la desaparición de la menstruación. Suele ocurrir naturalmente, con mayor frecuencia después de los 45 años y afecta de manera diferente a cada mujer. Existen mujeres a las que se les retrasa y otras a las que se les adelanta. Cuando la menopausia empieza antes de los 40 años, hablamos de menopausia prematura. Y cuando se produce entre los 40 y los 45 aproximadamente, hablamos de menopausia precoz. Los periodos se presentan con menos frecuencia y eventualmente cesan. Algunas veces esto sucede de repente, por ejemplo, cuando la causa no es natural si no debida a tratamientos quirúrgicos, denominada menopausia quirúrgica, que ocasionan una disminución de estrógenos (por ejemplo, cuando se extirpan ambos ovarios) o cuando es por fármacos utilizados en quimioterapia u hormonoterapia para el cáncer de mama. Pero casi siempre, los periodos cesan lentamente con el tiempo.
Una mujer llega a la menopausia cuando no tiene un período menstrual durante un año. Esto se denomina postmenopausia. La menopausia comienza cuando los niveles de hormonas femeninas (estrógenos y progesterona) comienzan a disminuir provocando ciclos de menstruación más cortos. A medida que el cese de la actividad del ovario aumenta, vamos acercándonos más a la menopausia. Los menores niveles de estas hormonas causan los síntomas de menopausia.
Los síntomas varían de una mujer a otra. Pueden durar 5 o más años. Es posible que sean peores en algunas mujeres que en otras. En el caso de la menopausia quirúrgica, pueden ser más intensos y empezar más repentinamente.
En el ciclo previo a la menopausia, en la premenopausia, ya podemos empezar a notar algunos cambios en nuestro cuerpo. Nuestros períodos menstruales comienzan a ser irregulares y en esta fase, se han observado ya síntomas vasomotores, problemas de piel y sensación de sequedad en las mucosas. Se pueden empezar a experimentar molestias durante las relaciones sexuales. Estos síntomas son señales de que nos estamos acercando ineludiblemente a la menopausia.
Los síntomas más comunes de la menopausia incluyen:
Algunos síntomas pueden requerir tratamiento. Es importante que tu médico conozca el historial médico de tu familia, por si existe riesgo de que puedas padecer enfermedades del corazón, osteoporosis o cáncer de mama.
Siguiendo con los síntomas y cómo mejorarlos, el más común de la menopausia y el que trataremos en este post, es el sofoco. Seguro que habéis escuchado hablar a familiares o amigas de ellos, o habéis visto alguna mujer abanicándose aunque no haga calor. Son sensaciones de calor repentinas que invaden todo nuestro cuerpo y no podemos explicar con exactitud de dónde vienen. A veces van acompañadas de rojeces en ciertas partes del cuerpo como espalda, pechos y brazos. Los sofocos pueden aliviarse con un estilo de vida sano.
Cuando las mujeres comienzan a entrar en la menopausia, es común que también experimenten cambios físicos. La progresiva pérdida de la capacidad de los ovarios para producir las hormonas afecta directamente al incremento de peso:
- Los estrógenos ayudan a metabolizar la grasa. Al descender sus niveles, quemar los lípidos se hace cada vez más difícil y tienden a acumularse.
- Asimismo, el descenso en la producción de la progesterona incide en una mayor retención de líquidos, también ligada al aumento de peso.
El metabolismo se ralentiza y el organismo necesita menos energía para mantenerse. De ahí que, ingiriendo cantidades similares a las de antes, parezca que engordamos más. La grasa tiene más facilidad de acumularse en esta etapa, por lo que realizar ejercicio físico a diario es una de las recomendaciones más populares entre los médicos. Si sufres de sobrepeso, es probable que los sofocos sean más fuertes y duren más. Lo primero que podrías notar es un cambio en tu figura. La distribución del tejido graso se modifica: en la etapa fértil, este se acumula principalmente en muslos y caderas. Al entrar en la menopausia, este tejido adiposo tiende a reubicarse en la zona abdominal y alrededor de nuestros órganos internos.
Además, el tejido muscular se modifica y pierde su tonificación. La musculatura no puede sostener la mayor concentración de grasa y tiende a caer, aumentando la flacidez.
El aumento de peso trae consigo otros problemas para la salud, como el mayor riesgo de padecer diabetes, enfermedades cardiovasculares, osteoporosis, osteoartritis, obesidad, deterioro cognitivo o depresión, entre otras. Como ves, son razones de peso para cuidar y controlar la báscula.
Los beneficios del ejercicio físico son de sobra conocidos para el organismo, pero cobran una importancia aún mayor durante esta etapa. Ejercitarte es la mejor opción que puedes tomar para mitigar la llegada o los efectos de estas dolencias. No es ya una cuestión de adelgazar, sino de mejorar tu condición física, algo que te ayudará a mantener la buena salud en el futuro. El ejercicio durante la menopausia te ayudará a:
Los ejercicios más adecuados para las mujeres que han entrado en la menopausia son aquellos que aceleran el ritmo cardíaco. La intensidad en el deporte es clave para mejorar tu capacidad física. ¿Qué puedes hacer?
- Encuentra un deporte que te guste y te haga sentir bien, así te lo tomarás como tiempo que te dedicas a ti misma, a cuidarte, y no como una obligación. Al final, te lo pedirá el cuerpo.
- Intenta realizar sesiones de manera regular, por ejemplo, de 3 a 5 veces por semana.
- Elige actividades en las que puedas combinar el esfuerzo aeróbico con actividades de fortalecimiento muscular e incremento de la flexibilidad.
- Practica deporte acompañada te ayudará a mantener la regularidad y a fortalecer tus lazos sociales, ¡y es más divertido!
- Utiliza pesas durante tu ejercicio físico. Te ayudará a mejorar el tono muscular prácticamente sin que te des cuenta.
- Si notas que pierdes capacidades y que tu rendimiento físico empeora, no te abandones. Este será el momento en que más necesites ejercitarte.
- ¡Evita el sedentarismo en tu vida! No siempre es necesario calzarse las zapatillas para hacer ejercicio, puedes subir las escaleras en lugar de coger el ascensor, intentar ir caminando en lugar de coger el transporte público o el coche, subir la compra a casa, pasar la aspiradora, pasear, bailar… ¡Todo cuenta!
¿No sabes con qué ejercicio empezar? Prueba con la bicicleta, natación, zumba, pilates o yoga. Muchas mujeres descubren en el deporte una nueva pasión al empezar a cuidarse tras la menopausia.
Además del ejercicio, beber agua fría es bastante útil, así como poder quitarte capas de ropa para sobrellevar el momento. Acostúmbrate a anotar todos los sofocos que sufras e intenta asociarlos a tus hábitos de vida. Existen muchos alimentos que fomentan su desencadenamiento. Por ejemplo, los picantes. De igual manera, existen alimentos que lo alivian: las nueces pecanas, las semillas de girasol, el regaliz seco, los guisantes o las semillas de lino, son algunos de ellos.
Establecer un método de actuación también puede venirnos bien, concentrarse ante un inminente sofoco y aprender a respirar lento y profundo es esencial para lograr estar calmada y relajada. Los sofocos se reciben mucho mejor si nos abordan tranquilas. Puedes considerar consultar con tu médico, la toma de hormonas o la ingesta de medicamentos que sirvan para paliar los efectos secundarios de los sofocos. Mareos, malestar, sentimiento de depresión…, entre otros.
¡Hasta aquí la publicación de hoy! Si te está interesando, en la parte II de este post, trataremos otros de los síntomas de la menopausia.
Fuente: medlineplus.gov; www.vichy.es