¡Qué bonito nombre! A partir de ahora pienso llamarlo siempre así, está claro. Queda mucho más chic decir: “Tengo un Hallus abductus valgus (HAV)”; que decir: “Tengo un juanete”. Aunque pensándolo mejor, con ese nombre puede que a tu madre le dejes bastante más preocupada, pero ¡no deja de ser un problema! Los juanetes son causa frecuente de dolor en el pie y provocan alteraciones en la pisada que pueden conllevar otro tipo de problemas secundarios, afectando incluso a la columna vertebral.
¿Por qué os cuento esto? Porque he leído una noticia sobre un estudio realizado en Madrid, en el que se ha demostrado que los tacones altos provocan juanetes. Nos dice que usar tacones altos (a partir de 3 cm) de manera continua, produce la desviación de los dos huesos que se desvían en el HAV, la falange proximal del hallux y el primer metatarsiano. Según aumenta la altura del tacón, mayor es la desviación; cuando se quitaba el tacón, el dedo volvía a la normalidad, en cambio, de manera acumulativa, la deformidad ósea se instauraba.
¡Y es normal! Con unos tacones de 4 cm, la parte delantera del pie soporta el 57% del peso corporal, si subimos 2 cm más, este porcentaje se eleva a un 75%. La sobrecarga metatarsal es enorme, aparecen hiperqueratosis (durezas) en la zona central, y al adelantar el eje corporal, se aumenta la curvatura lumbar, que dará lugar a consecuencias para la columna.
Así que no digo que para una ocasión puntual nos los pongamos (sí, ya está aqui la Nochevieja), pero para aquellas que los usan a diario, han de saber que la cirugía del pie ha mejorado muchísimo, pero como todo, siempre es recomendable no llegar a ese punto.