Creo que a estas alturas, la gente ya está más concienciada sobre los daños que puede sufrir su piel en verano. Lo peligroso que son las radiaciones y la importancia de una fotoprotección adecuada.
¡Pero no hay que descuidar nuestra piel en invierno! Está claro que la zona más expuesta en esta época sobre todo es la cara, con lo cual si nuestra crema de uso diario no lleva filtro solar siempre se recomienda añadir un protector. Ni qué decir si practicamos deportes de invierno al exterior, en los que debemos extremar las precauciones.
La piel, entre muchas de sus funciones, nos protege frente a los cambios meteorológicos, con lo cual hace de barrera en invierno frente al frío, la humedad, el viento y los cambios bruscos de temperatura (del calor de los sitios cerrados pasamos al frío del exterior). La microcirculación sanguínea se resiente durante toda esta época del año. Con el frío las venitas se contraen. A más vasoconstricción, menor circulación de nutrientes y oxígeno. Además se ralentiza la renovación celular y, por este motivo, la capa formada por células muertas aumenta y dificulta que la secreción sebácea llegue a la superficie para lubricar y nutrir la epidermis. Por otro lado, la humedad relativa del ambiente baja, debido a la sequedad que producen las calefacciones, provocando la evaporación del agua de nuestra piel.
Y todos estos factores, ¿cómo nos pueden afectar? Principalmente nos van a llevar a una deshidratación , a tener una piel seca y descamada, aunque también pueden originar ciertas alteraciones cutáneas (vasos dilatados, aparición de rojeces antiestéticas, tirantez, …) y enfermedades cutáneas o agravarlas, tales como la psoriasis, la dermatitis atópica, los sabañones o la urticaria.
Las personas con psoriasis suelen mejorar su estado en verano, el frío exacerba sus lesiones y suelen necesitar mayor hidratación. La dermatitis atópica afecta cada vez a más niños, se caracteriza por zonas de piel muy seca, inflamada y con escamas, que producen un picor intenso. Al rascarse se originan grietas y erosiones. Es fundamental no descuidar la higiene e hidratación, utilizando para ello jabones muy suaves (sin tensioactivos, los llamados syndet) y lociones específicas.
En cuanto a los sabañones, son menos frecuentes porque la mejora de las condiciones de vida ha hecho que las personas no lleven una mala alimentación y que se protejan del frío. La urticaria produce abones o ampollas con un fuerte picor que se suelen tratar con antihistamínicos.
Aquí os resumo algunas recomendaciones a tener en cuenta para evitar todo esto y cuidar nuestra piel en invierno:
Estad atentos a la segunda parte del post: cómo elegir una buena crema hidratante y algunos productos muy recomendables, ¡espero que os sirva de ayuda!